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Sin medias tintas. Esta potente fragancia exalta la confiada virilidad de quien juega la vida a cara o cruz, que apuesta al rojo, a los impares y a lo alto, que se siente tan cómodo en un combate de boxeo eléctrico como en la sutil atmósfera de un casino.
Con discretos aromas de ginebra y ron añejo cubano, evoca una masculinidad elegante y tranquilizadora con un poco de encanto pícaro, como las estrellas de cine de los años 50 y 60. Nunca dudaron en defender su honor o el de su dama con los puños.
Palabra del perfumista: Bienvenido al mundo de las películas francesas icónicas de los años 50. En la cabina de proyección situada al fondo de la sala, el olor a celulosa calentándose se eleva por el aire. En un garito de póquer clandestino, dos jugadores se enfrentan en un viril intercambio de miradas, viejos sillones de cuero y vasos llenos de licores cuyas recetas es mejor olvidar se combinan con un aire de lío.
La suerte está echada.
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