- Fuera de stock

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El perfume Grisette de la famosa casa que lleva por nombre Lubin es una fragancia que evoca lo mejor de esas sensaciones escondidas en la piel gracias a sus ricos acordes que forman una mezcla inesperada de elegancia. Una fragancia de la familia Cítrica y lanzada en el año 2009 por Henri Giboulet para causar sensaciones únicas.
Grisette: piernas gráciles y rostro orgulloso, se adentra entre la multitud del boulevard. Una silueta fugaz, apenas una sombra, es la bohemia parisina. Grisette, con su tez rosada y su mirada inocente, apresura el paso hacia su veleidoso pretendiente. Sin embargo, su mente la ocupa Otro, con el que sueña dulcemente el romance que comienza. Una promesa más verdadera que todas las demás: un primer beso al abrigo de la tempestad. Pomelo y bergamota, los cítricos anuncian la sencillez de un buqué de rosas, de Marruecos y Bulgaria. El corazón, discreto, y que envuelve una bruma de inciensos, alberga el concreto de lirio. Almizclado y ambarino a la vez, el fondo amaderado de cedro se suaviza con una vainilla absoluta de Madagascar.
Viene en un envase único y encantador que gracias a su tamaño resulya muy práctico, además transmite una elegancia extrema con su frasco de vidrio y su característico tapón que representa la más hermosa de las artesanías de la época.
A Pierre-François Lubin se le considera el fundador de la perfumería moderna. El célebre perfumista Jean-Louis Fargeon, cuyo taller parisino estaba cerca de la casa familiar, lo inició en el arte de la perfumería en 1784, a la corta edad de 10 años. Poco a poco, el joven se convirtió en depositario de las recetas de belleza de la corte real de Francia. Fargeon, descendiente de una antigua dinastía de perfumistas originaria de Montpellier, era el proveedor oficial de María Antonieta. Tras los primeros compases de la Revolución Francesa, la reina, que había tenido que trasladarse con su familia a las Tullerías en otoño de 1789, recibía los paquetes de su fiel perfumista por medio del joven aprendiz Lubin. La soberana se refrescaba todos los días con exquisitas preparaciones elaboradas con esencia de bergamota y de naranja. También adoraba el perfume de rosas, que Fargeon extraía con magistral pericia, porque le recordaba a los jardines del Trianon.
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